Optimismo
Mario Arend Economista senior de BTG Pactual
- T+
- T-
Mario Arend
En tres meses más cumpliremos cuatro años desde que la confianza empresarial entró en terreno negativo, lo que coincide con una fuerte caída de la inversión y bajas cifras de crecimiento económico.
Actualmente, varios indicadores adelantados, entre ellos el comportamiento del mercado accionario local, el tipo de cambio, y también las encuestas de confianza privada, apuntan a una recuperación de las cifras de crecimiento, lo que debiese acarrear un mejor desempeño de la inversión, empleo, salarios y consumo.
Es difícil hacer el caso de que los resultados de las elecciones presidenciales son inocuos para la economía. Basta mirar el comportamiento de los últimos meses y semanas de los activos financieros, que generalmente tienen una mirada hacia futuro, para argumentar que el resultado no era indiferente.
De la misma forma, los últimos Informes de Percepción de Negocios, que elabora el Banco Central de Chile destacaban la condicionalidad de los planes de las empresas encuestadas respecto del proceso eleccionario. El informe de noviembre de 2017 señalaba: “Respecto de la mejora en las perspectivas para el 2018, la mayoría de los consultados liga el desempeño de sus negocios, y en algunos casos la materialización de proyectos de inversión, a los resultados electorales”.
En mi opinión existen tres elementos que avalan una mejor percepción del crecimiento económico después de estas elecciones: (i) se despeja un factor importante de incertidumbre respecto de la orientación de las políticas económicas, (ii) se consolida con mayor rapidez una recuperación de la confianza privada, y (iii) llega un nuevo gobierno que pone un foco importante en la inversión, empleo y crecimiento.
Las propuestas de Sebastián Piñera apuntan hacia una mayor competitividad de los sectores productivos, por una convergencia de los impuestos a las empresas al promedio OECD e integración con impuestos personales, modernización de la legislación laboral, posibilitando pactos de adaptabilidad, un foco a mayor competencia en los mercados, una agenda digital, un ambicioso plan en infraestructura de carreteras, aeropuertos y puertos, y agilización de los principales proyectos de inversión privada.
Si el mercado está en lo correcto, en los próximos meses debiésemos ver un salto en la confianza privada, y a partir del próximo año una consolidación de los “brotes verdes” y “florecitas” que hemos visto aparecer tímidamente durante este año. Nuestras proyecciones apuntan a un crecimiento de 3,2% para 2018, más del doble que el proyectado para este año, con un segundo semestre que podría acercarse al 4%. Detrás de estas cifras vemos un comportamiento positivo tanto para la inversión como el consumo privado.